sábado, 9 de noviembre de 2013

Frente a Frente



-Tiene tantas cosas que me gustan que tengo miedo de que sea  perfecto.- Dijo la primer mujer, con una sonrisa dibujada en su rostro. La tarde era  cálida y ambas estaban sentadas una frente a la otra. El sol entraba por la ventana inundando el cuarto con un resplandor dorado y ellas cepillaban su cabello mientras conversaban.
-No existe tal cosa como la perfección, y te consta. Es cuestión de tiempo para que empieces a verle defectos que te desencanten.- Respondió la otra, con aire desanimado.
- ¡Qué importa si no existe! ¿No es hermoso lo mismo? Cuando el corazón te galopa en el pecho y la alegría te inunda cada vez que él te habla, esos primeros días donde el amor es joven sin las manchas de la rutina, sin las cadenas del compromiso. A merced de la expectativa. En la lucha entre la lujuria y la ternura, el deseo y lo moral. Donde la incertidumbre de sentir lo mismo se convierte en un juego coqueto de idas y vueltas y…-
Ambas mujeres suspiraron.
-Pero tarde o temprano se mancha. La mancha se expande y termina por consumirlo todo ¿No te das cuenta? ¡Es que ya está manchado! ¡Ya está corrompido por la fuerza de los celos y del desengaño! ¿Qué te hace pensar que sos la única que suspira por las mismas palabras? ¿Qué está haciendo él ahora? ¿Podrías asegurarme con tu vida que sus cumplidos están dedicados exclusivamente a vos?- le respondió la segunda mujer,  quitándose el pelo de los ojos. Su compañera hizo lo mismo.  
-No, no puedo. Al contrario, sé muy bien que no soy la única para él, no me malinterpretes.  Pero es que es muy pronto aún.  No puedo pedirle su corazón completo si yo apenas he empezado a darle el mío.- Le constestó sin titubear.  Se cruzó de piernas, su compañera la imitó.
-¿Y Qué sabés si el alguna vez te lo va a dar? No sería la primera vez que pasa ¿Pensás acaso dejar que se apodere completamente de vos, de tus pensamientos, de tu alma, de tu cuerpo para luego dejar que se vaya? ¿Y desde cuando no te importa ser la única? Creí que nos conocíamos mejor.– Dijo, con los labios temblando.  
Hicieron un silencio.
-El que nada arriesga nada ga…no, no me mirés así. Tu problema es que sos demasiado pesimista.-
-Y tu problema es que sos demasiado optimista.- replicó la otra, casi con desprecio.  
-Tenés razón.- Exclamaron al mismo tiempo.
Ambas mujeres se miraron a los ojos y suspiraron.
Entonces se levantó y se apartó del espejo.

1 comentario:

  1. Me encantó, me encantó! Que hermosas sensaciones transmitis Lady. Te dije que podias escribir otra cosa que no sea terror, excelente lo tuyo. Un beso enorme

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